Crítica de ‘Pobres criaturas’, nominada a Mejor película en los Oscars 2024
Emma Stone es una de las favoritas para ganar el Oscar como Mejor actriz principal
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Pobres criaturas tiene 11 nominaciones a los Oscar 2024 y es favorita en algunas de las categorías más importantes. La cinta de Yorgos Lanthimos es una fábula sobre el crecimiento personal, una especie de revisión del mito del monstruo de Frankenstein con sabor feminista en el que Emma Stone compone uno de los personajes más relevantes del año. El esfuerzo físico e interpretativo de la actriz le han hecho merecedora de multitud de premios esta temporada. La película ya ganó el prestigioso León de Oro en el Festival de Venecia y el Globo de Oro a la Mejor película de comedia o musical. Es la segunda más nominada a los Oscar 2024 después de Oppenheimer de Christopher Nolan (13 candidaturas). Pobres Criaturas es un festín audiovisual que, a pesar de sus ‘rarezas’, sus escenas de sexo explícito y las clásicas excentricidades de Lanthimos , es la producción más mainstream y accesible del director griego.
¿De qué trata ‘Pobres criaturas’?
En una Inglaterra victoriana bastante fantasiosa, Bella Baxter es una joven revivida por el brillante y poco ortodoxo científico Dr. Godwin Baxter (en realidad, le han colocado el cerebro de un bebé en su cuerpo de adulta). Bajo la protección de Baxter, Bella está ansiosa por aprender. Hambrienta de la mundanidad que le falta, Bella se escapa con Duncan Wedderburn, un sofisticado y perverso abogado, en una aventura vertiginosa a través de los continentes. Libre de los prejuicios de su época, Bella descubrirá el mundo a través de sus instintos más básicos (sexuales) y el raciocinio con el que ha sido educada.
La aventura de crecer
Quien quiera valorar Pobres criaturas sólo por su posicionamiento feminista, se va a quedar en la superficie. Esta es, en realidad, una historia de crecimiento, la odisea vital de cualquier humano que descubre un mundo tan fascinante como atroz y en el que ha de saber relacionarse con el resto. Y todo para que, al final, uno mismo se enfrente a sus orígenes (lo que viene ser en psicoanálisis ‘matar al padre’) y defina su personalidad y su futuro. Por eso, la cinta de Lanthimos está más cerca de (por decir dos de entre miles) Las normas de la casa de la sidra o El viaje de Chihíro que de Barbie (que sí es un instrumento claramente político). Pero, obviamente, Pobres criaturas sí aborda la posición de la mujer frente a su contexto, sobre todo en lo relacionado con su propio placer. Los orgasmos de Bella son la excusa argumental para hacer avanzar la trama pero hay otros resortes igual de importantes: la justicia social que descubre la protagonista durante un almuerzo en Alejandría, el amor platónico y el real, la necesidad de trabajar….
La estructura de Pobre Criaturas bebe de las clásicas ‘novelas río’, aquellas que cubren la experiencia vital de una persona hasta que encuentra su lugar en el mundo. Este relato de iniciación con moraleja tiene, por tanto, ecos del Cándido de Voltaire, del Dickens de David Copperfield o Grandes esperanza o incluso de la Jane Eyre de Emily Brontë (esa boda final con sorpresa del pasado). Y todo adornado por un estilo visual muy propio de la casa Lanthimos que parece la reencarnación moderna de George Cukor. Todo aquí es excesivo. El mundo que nos propone es un claro homenaje al cine de Friz Lang o Lumiere. Un universo de falsete, de decorados pretendidamente estrambóticos y anacrónicos cuyas reglas, a veces, no están demasiado claras.
Problemas de exceso
Pobres criaturas es divertidísima, el trabajo interpretativo es perfecto y la historia sorprende, incomoda y emociona. Problemas: con media hora menos se hubiese contado todo mucho mejor. Lanthimos confunde autoría con el exceso gratuito. Tantos planos en ojo de pez, por ejemplo, no influyen para nada el relato. Aquí la regla del ‘más es más’ llega a aturdir al espectador, quien puede llegar agotado a un final que, por otra parte, es brillante.